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miércoles, abril 24, 2024

A los maestros ¡todo nuestro cariño!

Enrique Zaldívar
2050 Comunicaciones  

Qué importante es en la vida de un niño, su maestro. Imagínese a los maestros preescolares, que se les confía el que vayan despertando el deseo de crecer y aprender siendo sus alumnos chiquitines.

Para mí, la tarea de maestro ¡es una gran tarea! Y se nos olvida quizás la manera en que muchos de ellos fueron casi héroes, durante el confinamiento. Cómo se las arreglaban para enseñar y seguir impartiendo conocimiento a pesar de las circunstancias.

Si bien es cierto, retrocedimos en materia de educación debido a que muchos alumnos no contaban con los medios disponibles para una enseñanza digital, es de reconocer a los muchos maestros que movieron cielo, mar y tierra para enseñar.

El deseo de enseñar es algo que sale del alma. Es como un llamado divino a poder abrir las mentes de las personas, a conocimientos que los enriquezcan. Si bien es cierto, hemos visto algunos ejemplos poco honrosos de maestros que por un motivo u otro andan en otras cosas, son mucho más aquellos que dan todo, por el deber cumplido.

Tengo muchas maestras y maestros a los cuales les debo todo. Muchos hoy día me los encuentro y realmente lo ven a uno como un hijo. Las horas prestadas que vivimos con ellos, son inolvidables.

Y muchas veces les ha tocado despertarnos a verdades que muchas veces en casa no nos lo dicen. ¡A todos esos maestros, mis respetos y felicitación! Sepan que a pesar de no recibir el reconocimiento que merecen, están marcando vidas.

Que, a pesar de que los años pasen, sus alumnos siempre los veremos como instrumentos de crecimiento en nuestras vidas. Siempre me impactó uno de mis maestros que, al solo llegar a la clase, escribía un pensamiento en el pizarrón.

¡Sé los sabía de memoria! Y siempre nos hacía pensar, ¿qué significaba ese pensamiento?, ¿qué quería decir ese ilustre personaje? Aunque todo eso era fuera de temas de la clase, despertó mucha curiosidad en mí, en buscar crecer en conocimiento.

No por nada a Jesús le llamaban maestro, a pesar de que había siempre alrededor de él, escribas de la ley, o personas que enseñaban las palabras.  Me encanta cuando a un mecánico le decimos “maestro” o a un pintor. Es que “maestría” viene de ser amo de esa habilidad.

Lo que da pesar es ver cuantos másteres tenemos, que poco saben enseñar o la poca dedicación que ponen en tomar a otros y compartir lo aprendido. Tuve maestros en materias muy difíciles para mí, en el curso de mi aprendizaje, que de verdad tuvieron muchísima paciencia. Y a alguno de ellos les debo frases que son “brújula” en mi vida como el que me repetía “recordá que las relaciones humanas son lo más importante”. Y si hay algo que me ha abierto puertas es saber tratar con respeto y dar valor a las personas.

Un padre de familia debe ser un maestro para sus hijos. Un jefe, debe ser muchas veces un maestro para sus colaboradores. En la vida debemos ser aprendices empedernidos, de todas aquellas cosas necesarias para ser mejores.

Pero qué alegría es encontrar un maestro dispuesto a enseñar, con amor y paciencia. Aún así, créanme, hay mucha más alegría en el maestro, que ve a su pupilo lograr cosas grandes y ser personas de bien.

Es el mejor tributo que podemos darles a ellos, la grandeza. Y un día poder darles la mano, o abrazarlos donde nos los encontremos y decirles: ¡Gracias por lo que me enseñó! ¡Gracias por ser parte de mi vida!

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