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miércoles, abril 17, 2024

Fidelidad al dinero o a la vida

Se dice que las personas desapegadas a lo material son más felices, ya que el corazón está justo donde está su tesoro. Siendo la mayoría del pueblo hondureño creyente de Dios y las leyes eternas podemos añadir que la visión que se tiene es, debido a la calamidad económica, quizá de hacer dinero lo más rápido posible y la mayor cantidad que se pueda y es por ahí que se ha roto el saco de la convivencia, proponiendo negocios astutos, “por si acaso” más adelante algún compañero de los que antes ayudé, me ayuda hoy en mis problemas.

Precisamente ese es el dilema, de ser mejores hondureños, creyentes incondicionales de Dios, de dar ejemplos que arrastren a las nuevas generaciones, es que se debe reconocer que el dinero es una herramienta que lo único que hace es resolver un tipo de problema, pero esos que son existenciales jamás todo el oro del Universo los podrá solucionar. Por eso es preferible que la frente permanezca en alto muy a pesar de andar vestiduras humildes, que nadie reconozca a su prójimo como una persona demasiado lista para hacer transas de oscura procedencia y bienes mal habidos.

Todo esto aplica en primer lugar en uno mismo, en esa figura que se ve reflejada cada mañana en un espejo, precisamente todo comienza con uno, sea la paz o la discordia, porque es muy fácil señalar a los demás, al empresario que no paga bien lo que la ley le indica, en el gobernante de turno, al que altera las pesas y medidas en el mercado para estafar, cuando dentro de uno mismo hay cosas pendientes en favor, a veces, de la misma familia, cuando lo poco que se gana se dedica a los vicios y para andar con malas compañías. Es por eso que las esperanzas jamás pueden estar en esa aparente sensación de seguridad que da el dinero, no se puede confiar en eso ya que siempre habrá alguien que lo esté codiciando y buscando la manera de apropiárselo.

Sin embargo, no estamos diciendo que sea malo tener dinero, simplemente se debe ver la astucia con la que se pretende lograr, y si se ha logrado conseguir de manera honrada, simplemente su poseedor lo usará para hacer el bien, de cubrir muchas necesidades del prójimo. No es como aquel administrador listo que cree que esa gente a la que le hace “rebajas” amañadas le van a servir mañana, por experiencia se sabe que ese es un autoengaño ya que esas personas, a la hora de devolver un favor, simplemente se hacen los desentendidos.

Sirva pues de ver que lo material no posea al hombre, sino que sea la humanidad que use los medios de que disponga para hacer el bien, para defender la vida, para defender a la niñez y cuidar a las personas mayores de edad y darles el respeto y dignidad que merecen, más que nadie. Solo se necesita un poquito de desapego ya que al final, en un camposanto, ahí se acaban las vanidades, la belleza, la ira, el orgullo y cualquier otra virtud y defecto.

EditorialFidelidad al dinero o a la vida

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