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Honduras
miércoles, abril 24, 2024

Cómo era y qué pensaba Francisco Morazán

Ilsa Díaz Zelaya
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Muchos hondureños, todavía no conocen la vida y pensamiento de nuestros grandes hombres en la historia de la Patria, uno de ellos se destaca hoy. Francisco Morazán nació el 3 de octubre de 1792 en Honduras y murió frente a un pelotón de fusilamiento en San José, Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842.

Era un hombre alto, de tez blanca, ojos azules, sus amigos y subalternos lo definían como un caballero elegante, justo, honesto y culto. Él no tuvo la oportunidad de José Cecilio del Valle, o Dionisio de Herrera que habían estudiado en la universidad mejor de aquella época en Guatemala, sino que fue un autodidacta que nutrió su inteligencia natural en la biblioteca de Herrera, donde él acompañaba a este cuando ejercía la Presidencia de Honduras. Allí tuvo Morazán la oportunidad de conocer lo mejor en literatura y pensadores de aquellos tiempos, intercambio de conocimientos por carta con algunos de ellos, y aprendió varios idiomas.

Cuando Justo Milla apresa a Herrera y lo llevó a Guatemala, es cuando Morazán inició su carrera militar, reúne un pequeño ejército, libra batallas célebres y conforma un ejército hasta llegar a Guatemala, y toma posesión del Gobierno, iniciando su lucha por su verdadero ideal que fue la integración de las provincias de Centroamérica, que permanecían desunidas desde su separación de México en 1823.

Nuestro héroe afirmaba que la grandeza de un pueblo no se mide por la extensión de su territorio, sino por la dignidad y honor de sus hijos.

Morazán fue amante y defensor de la educación y decía que la educación y la instrucción era el alma de los pueblos y abono de los ejércitos de la libertad.

Antes de morir, Morazán se dirigió a la juventud, que era la llamada a dar la vida al país, al que dejaba con sentimiento, por encontrarse en el desorden en que se encontraba.

Honduras es un patria hermosa, rica en su naturaleza, con una población joven, que desgraciadamente está abandonando el país, no lo dejemos, demos gracias a Dios por haber nacido en él y recojamos el legado de Morazán para mantenerla unida y triunfante.

 

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