Son varios los compatriotas y extranjeros que se han convertido en patriarcas y pioneros del desarrollo de San Pedro Sula, contribuyendo a la vez con la economía de Honduras.
Uno de ellos es Enrique Prieto, quien llegó procedente de San Luis Potosí, en México, casado con su compatriota Susana Vélez Fareli, originaria de Oaxaca e hija de Rafael Vélez y Juana Varela.
De esa unión nació María Susana Prieto Vélez, más conocida como “Chanita”, que es la madre de Víctor Manuel Galdámez Prieto.
Por el lado paterno sus abuelos fueron Jesús y Joaquín Galdámez, españoles-mexicanos.
Los abuelos de Víctor emigraron de México cuando finalizó el cargo el presidente Porfirio Díaz (1911). Estos se trasladaron a Nueva Orleans para posteriormente viajar a Honduras.
“En 1906 a un primo le pagaron con unas tierras de aquí. Don Quique, mi abuelo, tenía ganadería y quesería; primero producía el famoso Cheddar San Isidro y después le cambió el nombre a Cheddar Prieto”, recuerda Víctor Manuel.

PRIETO GALDÁMEZ
Cuando Enrique Prieto llegó a Honduras, Manuel Galdámez era su vecino; ambos obtuvieron tierras que se pueden calcular en unas 5 mil manzanas.
Don Julio Galdámez Zepeda se casó con María Susana Prieto Vélez. Don Julio era hijo natural de Pascual Polanco y Victoria Zepeda de Galdámez, nacido en Santa Cruz de Yojoa.
Por esa cercanía, es que en la actualidad hay apellidos Prieto Galdámez y Galdámez Prieto (los miembros de una familia vecina se casaron con la de la otra).
Lo primero que compró el abuelo de Víctor fue alrededor de 12 manzanas de tierra en Río Blanco, donde eran vecinos de los Quijada, descendientes de Marco Aurelio Soto.

Don Manuel Galdámez Prieto, orgulloso comenta que su padre abrió la brecha (carretera) hacia Puerto Cortés, “aunque se opusieron las líneas aéreas, que en ese tiempo volaban a la zona costera”.
Explica que en 1940 todos andaban armados, por si salía un asaltante de un matorral al viajar a caballo. Los hombres se enfrentaban a cada rato en las cantinas.
En 1950 iba gente de los bailes de Río Blanco y si alguien se portaba mal o le faltaba el respeto a alguna mujer, sin dudarlo, lo mataban.
El pobre comía de lo que hacía en su finca y compraba en el mercado; el único supermercado era el comisariato de La Lima.

Farah Robles
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