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jueves, marzo 28, 2024

LETRAS LIBERTARIAS: Estonia, al contrario de Honduras

Héctor A. Martínez (Sociólogo)
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Decidí venir a Estonia para ver de cerca las bondades económicas y sociales que ha alcanzado este pequeño país de apenas un millón trescientos mil habitantes, ubicada a orillas del mar Báltico, y bastante desconocido para la mayoría de los hondureños. Según cifras oficiales, Estonia presenta un crecimiento económico sostenido de 4,2 por ciento entre 1996 al 2020, superior al de España en ese mismo periodo, con una deuda gubernamental de apenas 8,4 por ciento del PIB muy por debajo de los Estados Unidos que es de 120 y del Japón que roza el 240 por ciento. Pero ¿en qué radica el éxito alcanzado por Estonia con apenas treinta y un años de vida independiente?

Después de independizarse de la Unión soviética en 1991, tras más de setenta años de dominio comunista, los líderes estonios, en lugar de crear el caos político para ver quién se llevaba la mejor tajada del poder, decidieron hacer una reforma profunda del Estado colocando dos piezas claves al frente del gobierno, un presidente y un primer ministro, a los que se sumó un parlamento unicameral -Riigikogu- que jugó un papel de primer orden en el diseño de las leyes para edificar la nueva sociedad.

Los estonios poseen una estratégica posición geográfica en el norte de Europa, no por nada la invadieron los suecos, los daneses y los rusos en el pasado; pero como la historia es muy caprichosa e impredecible, al final de cuentas los pueblos -como Estonia- deciden transitar los caminos de la paz y la prosperidad. Desde sus inicios como nación autónoma, sus líderes vieron con cierta “envidia” como sus vecinos escandinavos, esto es, Finlandia y Suecia, habían desarrollado un Estado poderoso, pero efectivo en la redistribución de la renta, donde los impuestos se ven reflejados en una oferta de servicios públicos de primerísima calidad. Pudimos comprobar el eficiente transporte público de tranvías y autobuses que es una maravilla tecnológica completamente gratuita para todos.

Por supuesto que Estonia aprovechó las ventajas de una organización social bastante disciplinada heredada de los soviéticos, y se lanzaron a la aventura económica liberal, a tal grado que hoy en día, las ventajas comparativas no radican en la industria ni el comercio, sino en los servicios digitales. De hecho, se ha creado un ambiente de atracción de los llamados “startups” o empresas emergentes exitosas -como Transfer Wize y Bolt- a las que el Estado ha otorgado todas las condiciones institucionales para operar sin trabas de ninguna especie, entre ellas los horarios flexibles y las facilidades laborales para extranjeros con un alto nivel educativo.

¿Cómo ha logrado Estonia el éxito en el sector servicios, a tal grado que ocupa, según el Global Startup Ecosystem Report-2021 el sexto lugar de los países con mayor atractivo para las empresas emergentes? Ciertamente no lo han logrado peleándose entre partidos políticos ni concentrando el poder como ocurre en América Latina, sino que el propio Estado se ha encargado de abrir las compuertas para que cualquiera pueda venir a hacer negocios sin tener que pasar por la odiosa y laberíntica burocracia de las ventanillas estatales. Estonia cuenta con un documento único para hacer transacciones de todo tipo, utilizada, entre otras cosas, para votar en las elecciones, o poner un negocio en menos de diez minutos. Todo desde casa. La otra ventaja como país, radica en una reforma educativa universitaria que promueve la creatividad tecnológica, la innovación y el emprendimiento. Los estonios fueron los creadores de Skype, el sistema de llamadas telefónicas en internet que utiliza una aplicación gratuita para todos los usuarios.

Podríamos seguir hablando de las maravillas de esta ordenada y disciplinada sociedad, pero debemos hacer un alto para preguntarnos, ¿por qué un país como Honduras, después de doscientos años de independencia, empeora cada día que pasa, en casi todos los indicadores sociales? No hagamos un onanismo academicista tratando de encontrar culpables en la historia. Fue exactamente lo que no hicieron los estonios con los soviéticos. Prefirieron anteponer los intereses económicos antes que suicidarse con un tal socialismo de marras.

Tallin, octubre 2022

 

 

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